American Horror Story: Murders House. El cinismo es cortesía.


De la casa, una casa que es el enfoque de la sinopsis, el hogar de los hechos que rodean a cada uno de los personajes de esta gran serie televisiva.

No es un estreno ni mucho menos, esta serie salió en el año 2011 y es la ópera prima de Ryan Murphy dentro del universo de historias de terror ambientadas en varias ciudades de los Estados Unidos.

No ignoramos el hecho de que ninguna temporada guarda relación histórica entre ellas, mas sí conceptual. Este es el origen, basado en una casa que guarda misterios a borbotones.



La idea de Murders House no es demasiado innovadora: un hogar donde ocurrieron muchos asesinatos y la familia moderna y joven se muda. Acto seguido van sufriendo avistamientos de los fantasmas de la siempre habitada casa.

Sin embargo, el desarrollo de la historia nos va generando tanto tensión como intriga. Cualquiera podría escojer estos temas para unos capítulos y quizás tendría éxito comercial; pero el secreto de la serie transmitida por AXN pasa por el desenvolvimiento entre muertos y vivos.

Los fallecidos que descansan vivazmente en esta tradicional construcción en Los Angeles tienen una especie de código para aparecerse a los vivos, y la capacidad de hacerles creer que están entre ellos como seres vivientes. Algunos incluso son modificados por el pecado que yace en sus mentes (como es el caso de Ben).

La familia protagonista conformada por Vivien, Violet y Ben Harmon sufre de varios problemas y busca serenidad al mudarse. Esta casa ha sido protagonista de eventos trágicos y bizarros durante toda su historia, llegando a albergar una comunidad de espíritus de diferentes épocas.
Con el pasar de episodios nos vamos dando cuenta de los secretos sumamente bien tejidos de los protagonistas, que son los que le dan el jugo a la serie. Recordemos que la trama se pasea entre el presente y varios momentos del pasado, algo que American Horror Story nos acostumbraría a ver en temporadas siguientes.

Esto aunado a los momentos que se presentan con esta familia que va degenerándose y que se entera de los sucesos en carne propia, no por alguna historia que les hayan contado. Todo fue escondido por la sinverguenzura de la vendedora del inmueble.

Queda en entredicho que las adaptaciones del papel para Taissa Farmiga (Violet) y Evan Peters (Tate Langdon) es de lo más relevante en la serie, sobretodo la del segundo. La relación frustrada que van hilando atrapa al espectador tanto en atención como en sensibilidad. 
Aquí se estrenaría Jessica Lange como Constance Langdon, la tétrica vecina de los Harmon que muestra más pasado que presente, y que sufre de un círculo vicioso. Lange se convertiría en la actriz más representativa de la francicia en años siguientes.
Lo sorprendente es la dualidad entre vida y muerte reflejada por almas en pena y otras andantes; pero atormentadas. Es tal la indulgencia que se expresa entre algunos muertos que llegas a preguntarte quién sinceramente sigue con vida y quién no.

Lo evidente es el caso de otros, morando sin rumbo por los pasillos de un hogar que jamás podrán abandonar ya que los cultos y rituales no sirven de nada acá. Hay sobresaltos fuertes, obras de fantasmas que jamás encontraron descanso y se han propuesto defender celosamente su zona.

Otros, incomprendidos, quedan en un limbo eterno y sin retorno que toma por forma el infierno hecho casa (Beauregard), y algunos sufren esta prisión como castigo por no entender su despiadada naturaleza (Tate).
Varios puntos de vista, varias muertes que analizar. Murders House es una serie de temática sencilla pero que usa el cinismo como armonía. Si bien es más triste de lo que muchos esperaban, es una serie moderna de terror diferente, y que abre el telón a lo que le siguió, que es historia.

Miguelangel González.
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