LA LA LAND, un homenaje a Astaire

Antes de describirles mi sensación de la película que obviamente no tendrá una versión literal del film para que la puedan disfrutar, les diré que es muy fácil predecir que es una película de amor y todas las cosas dulces y románticas que implican en esta tipo de representaciones sobretodo teniendo a Emma Stone y Ryan Gosling en una tercera ocasión actuando juntos.

Sabemos que la vida no es fácil, viviendo en ciudades donde la gente piensa en la superficialidad, dinero y fama; donde todo esto tiene un guión para ser exitoso y en caso contrario lo más común es que fracases, unas líneas que a veces se pueden cambiar por la pasión que tienes; sea pintura, música escritura o cualquier arte o pensamiento que tengas.

Un musical debe tener coreografía, talento musical que tanto Stone como Gosling poseen, pero hay cosas más allá como el manipularte cromáticamente para sentir las emociones del ambiente de la película y los movimientos de cámara que te llevan a pensar que en un 70% sino es más, la obra tiene una historia lineal que se toma incluso el atrevimiento de contar dos finales para que cualquier espectador termine con el mal sabor de boca o simplemente entienda cosas que naturalmente a veces el amor y la fama no van de la mano.

Dudo que sea una de las ganadoras del certamen del Oscar, puesto que es una historia simple y hasta predecible, pero lo que si puede llevar a ganar una estatuilla es el soundtrack de la película en donde Gosling hace recordar los pasos dorados de Fred Astaire, como cantante bailarín y actor. Es una película de amor, de luchar por lo que crees, de ver más allá de lo que te pintan, de aprender a valorar los orígenes de una ciudad cosmopolita como Los Angeles y como se vive en esa ciudad tan mágica pero plástica.

El amor, es como la música, cada quién la ve como quiere, la profundidad del bajo, la armonía de la guitarra, el ritmo de la batería y los tonos de la voz, hay veces que tus gustos deben sacrificarse para lograr darle fruto a tu sueño a pesar que no te guste que te cambien la partitura.

Mario González