El Leicester City, de las minas al olimpo de los cielos.

                                 
Existe algo si se quiere decir condenable dentro del desenvolvimiento del fútbol europeo en los últimos años. La publicidad, el renombre y las apuestas han convertido a las principales ligas europeas en una sopa de predicciones similares. Los mismos conjuntos se han adueñado de las competiciones una y otra vez, creando varias ligas en el mismo país.

Y sí, es que los mismos suelen jugarse el título, otros los puestos europeos, el limbo de los de mitad de tabla, y los que pelean por permanecer en la categoría más alta. Está aburridamente segmentado el panorama de un deporte en el que siempre son atractivas las sorpresas.

Sin embargo, y para suerte de nosotros, existen referentes emprendedores que deciden contrarrestar la historia y mandar a la papelera a las tendencias. Jurgen Klopp con el Borussia Dortmund y El Cholo Simeone con el Atlético de Madrid se han encargado de darle color y variedad a dos ligas comandadas por emperadores con muchos años, como lo son el Bayer Munich y el Real Madrid - Barcelona respectivamente. 

Este año, degollando toda quiniela y haciendo que las casas de apuestas y el mercadeo de Inglaterra queden en ridículo, Claudio Ranieri se encargó de dejar una huella indeleble en la historia del fútbol inglés, más latente por razones que muchos otros legados.
                         
Y es que no estamos en los años 70, en donde el deporte era más parejo y engorroso, que el Norwich y el Leeds ganaban Premiers y el Aston Villa levantó una copa de Europa. El Chelsea, el Arsenal y los dos de Manchester son los jinetes del apocalipsis en esta liga, difícilmente se ve a otro levantar un título en las últimas ediciones. 

El Leicester escaló creyendo en sí mismos, teniendo amor y respeto por su camiseta y fanaticada y se unió al club de ganadores de Ligas inglesas, nadie ingresaba desde el año 1977. Los Foxes apenas habían ascendido a la máxima categoría en el 2014, lo cual supone un alzamiento descomunal de los de Ranieri.
                                
 Claudio Ranieri llora luego de la victoria de su equipo en cancha del Sunderland. Aquí ya se sabía que la hazaña epopéyica estaba cerca.

Se trata de un club de una ciudad bastante pequeña, un club de clase obrera que no cuenta con la misma cartera de un equipo grande. Por ejemplo, Jamie Vardy antes del 2011, que fichó por un club de tercera, era asistente técnico en una fábrica de férulas, y hoy en día es el goleador de la liga. Mahrez se consagró como mejor jugador de la temporada, por encima de nombres comunes como Hazard o Rooney.

Se coronaron desde el sofá los azules, viendo como el Tottenham (inusual segundo) dejaba dos puntos en Stanford Bridge. La casa del 9 Vardy explotó de euforia al pitazo final, El técnico tano, que hace poco lloró en uno de los partidos, no pudo saber del resultado hasta después de bajarse de un vuelo.
                                 
           Fanáticos del Leicester celebrando en un pub inglés el primer título de Premier en su historia.

También se debe tomar en cuenta la motivación y discursos que hay detrás de los héroes. Existe una anécdota en donde Ranieri les prometió al principio de temporada que de dejar en 0 la valla, les compraría a todos una pizza. Así pasó y al llegar a la pizzería les dijo que trabajaron por el 0 en contra, y que trabajaran por la pizza, a lo cual los jugadores entraron a la cocina y empezaron a prepararse sus comidas. Diez meses después, en el vestuario del teatro de los sueños, no les dijo más que "jueguen como siempre" a sus muchachos, antes del pitazo inicial.

Es reconfortante como se materializan los sueños de los fanáticos humildes de una ciudad, que se han acostumbrado a pelear por la estadía, por no ser humillados, y que ahora tienen un premio merecido, que hacen que aún sean posibles las rarezas en un deporte tristemente cada vez más monótono, aunque hermoso. 

Se duerme con almohadas de azúcar en Leicester este Lunes, con seguidores de todas las edades borrachos. Y se recibe en el aeropuerto a un italiano que instauró su filosofía en un país ajeno, conquistándolo con un ejército desconocido pero amante del balón, y que ha entrado a la historia para siempre.

Miguelangel González.
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