La tragedia calculable de Germanwings.


Los accidentes aéreos se han caracterizado a lo largo de la historia por que en pocas ocasiones involucran la voluntad del piloto o del copiloto. Generalmente existe algún daño dentro del sistema del avión u otro tipo de factores externos como el clima que terminen causando una catástrofe.

Las empresas de vuelo tanto nacionales como internacionales se han preparado para que cada vez existan menos posibilidades de una caída inesperada. Fue especialmente después del 9/11 que la seguridad durante el vuelo de un avión se volvió considerablemente más minuciosa, comenzando desde antes del abordaje y manteniéndose durante todo el trayecto.

Sin embargo, estas tragedias han seguido ocurriendo y con mayor regularidad en el presente. El último caso que dejó a todos boquiabiertos sucedió el 24 de marzo en algún lugar de los pirineos, cerca de la Barcelonette, que es la zona que comparten España y Francia.

Un Airbus A320 perteneciente a la aerolína alemana de bajo costo Germanwings volaba desde la ciudad de Barcelona hasta Düsseldorf, en Alemania. La nave desapareció de los radares de control y más tarde se descubrió que se estrelló contra la cadena montañosa francesa. 
El avión llevaba 150 pasajeros incluyendo a los seis tripulantes. Momentos antes de que sucediera esta hórrida tragedia, el piloto encargado había salido de la cabina para presuntamente ir al baño, y al regresar se enteró de que la cabina estaba cerrada, como si el mismo copiloto estuviera evitando su ingreso. 

Momentos más tarde el avión cayó y no se supo más nada de las personas dentro de él. Gente de los aeropuertos de El-Prat y el Düsseldorf Airport (sobretodo familiares) estuvieron pendientes de todo lo que se iba informando, para luego llorar inconsolablemente  la muerte de los involucrados.

Inmediatamente comenzó la búsqueda de información relacionada con el siniestro. El avión se encontró destrozado de pies a cabeza y allí estaba la primera caja negra, que reveló datos que darían un giro a la sospecha de la causa del accidente. El fiscal marsellés Brice Robin estipuló luego de escuchar la grabación que el copiloto alemán llamado Andreas Lubitz quiso estrellar el avión.

El piloto no podía ingresar a su cabina ya que estaba cerrada de manera intencional por Andreas. Él era una persona que había sufrido problemas de depresión en el año 2009 cuando hacía su preparación con Lufthansa para convertirse en licenciado.
Tenía antecedentes depresivos. De hecho, el hospital de Düsseldorf le diagnosticó otra condición mental aparte de la depresión el 10 de marzo, la cual no fue especificada. Para completar, el fallecido co-piloto estaba de baja médica el día del vuelo, un dato que la empresa aérea ignoraba.

El pasado 2 de abril se revelaron los datos de la segunda caja negra. Ellos expresan que el licenciado había buscado información en su tablet personal sobre métodos para suicidarse y además indagó sobre el funcionamiento de las puertas de la cabina de vuelo. Esto de manera contundente confirma que fue el culpable de todo el caso.
Conociendo toda la información correspondiente a este sujeto, ¿qué aerolínea hubiese dejado pilotear a un hombre en ese estado? ¿Cómo es posible que Germanwings no haya estado consciente, o peor aún, no haya considerado sus antecedentes depresivos y no hayan tomado medidas al respecto?

Esos son los detalles que puede dejar pasar una empresa de bajo presupuesto, son datos de los cuales hay que tener intenso cuidado ya que corre en peligro material de la organización y además la vida de muchas personas.

Casualmente después de esta historia se generó una ley que debió de establecerse hace muchos años ya y que ya lo habían hecho los Estados Unidos: No dejar a un sólo tripulante dentro de la cabina, siempre debe haber dos o más directivos de vuelo.

¿Por qué dejar pasar situaciones como estas para tomar cartas en el asunto? ¿Por qué no prevenir casos que no tienen vuelta atrás? Y sobre todo, ¿por qué, a pesar del bajo presupuesto, no es contratado un psicólogo que esté al tanto de la situación mental de todos los trabajadores de manera actualizada?

Este tipo de descuido vuelve responsable de la mortífera tragedia a la aerolínea por encima de todo. El análisis de la situación del personal es fundamental. 

Desde aquí deseamos paz a los restos de todos los tripulantes menos a los de Andreas Lubitz; pero antes que todo añoramos una multa merecida a Germanwings y Lufthansa, para que ellos y cualquier otra aerolínea logren interiorizar la culpa y la precaución.

Miguelangel González y Lizandro Rodríguez.
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